“La Historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido”.

Sonsoles Cabo Mesoneros y Laura Maldonado Román.

domingo, 25 de septiembre de 2011

*Entrada 6: “Chanel hay una sola”

“Chanel hay una sola”

"Marcó una época y las mujeres la siguieron porque les dio lo que ansiaban, libertad de movimiento." 

Como toda gran leyenda su historia está marcada por la pobreza, el abandono, el amor, la genialidad y la fama.
Hija natural de un vendedor ambulante y de una dueña de casa de escasos recursos, Gabrielle Chanel nació en un hospicio de Saumur, el 19 de agosto de 1883. En permanente situación de escasez sobrellevó a duras penas sus primeros años de infancia junto a sus cuatro hermanos.
A los seis, su madre murió víctima de tuberculosis y el padre se desentendió de ellos, enviándolos al condado de Auvergene, al cuidado de dos tías. Por eso, su partida de nacimiento está registrada ahí con fecha de 1893.
Con ellas aprendió a coser y manejar el hilo y la aguja con especial habilidad, lo que hizo que, a los 17 años, las monjas del orfanato de Aubazine le consiguieran un empleo como costurera.
De una gran personalidad, nada la detuvo cuando en 1905 resolvió convertirse en cantante de un cabaret, oficio que desplegó por tres años y que la introdujo en el mundo de divertimento y las relaciones amorosas pasajeras.
Su sobrenombre de “Coco”, diminutivo de mascota, se lo debe precisamente a esas tías que la cuidaron, pero otros aseguran que surgió como una suerte de nombre artístico, a partir de las melodías que entonaba.
De la mano de uno de sus primeros adinerados amantes partió a París, y así en 1909 se instaló en un pequeño departamento en el Boulevard de Malesherbes donde rápidamente abrió su primera tienda de sombreros, Modas Chanel.
Siempre apoyada económicamente por sus compañeros de cama, unos años más tarde se instaló en las localidades que frecuentaban los ricos de Deauville, Normandía, (1913) y Biarritz (1916). Recién, en 1920, trasladó a París, en la Rue Cambon, su primera Casa Chanel.
Observadora innata, la estricta moda aplicada sobre las mujeres -que usaban grandes sombreros cargados de animales y flores, corsé y recargados diseños- la hizo desplegar toda su imaginería hasta convertirse en una de las grandes diseñadoras del S XX, tan trascendental como Christian Dior y otros grandes que la siguieron.

Guiada por su espíritu libertario no tuvo complicaciones para vincularse con adinerados hombres de la sociedad europea ni con estrellas del cine

Coco Chanel fue una visionaria. Logró interpretar a tiempo la opresión que sentían las mujeres y estuvo ahí cuando estallaron los locos años ´20.
Cansadas de corsés y bustos entallados, de sombreros con plumas, pájaros y tules, las mujeres gritaban al mundo la necesidad de un cambio que les permitiera “libertad de movimiento” y Coco era la indicada.
De una vida personal nada de conservadora ni reservada, creía firmemente que la mujer podía mostrase elegante sin tener que cargar con todo el peso de una moda que las retenía en la casa.
Es así como los primeros pasos de esa liberación femenina la dio en el campo de los sombreros, quitándoles todos los adornos inútiles, disminuyendo su tamaño e incluso avanzando así una estilizada pero –horror- masculina gorra o boina.
No faltaron quienes la acusaron de profanadora y libertina, pero Chanel no dio paso atrás e impuso sus diseños sencillos de línea recta, pero que nunca impedían el movimiento natural de las mujeres.
Ella fue la primera modelo de pasarela de sus diseños. Su estilo lo tomó de la ropa de sus amantes que acostumbraba vestir y, por eso, causó gran sensación cuando se apareció -por primera vez en público- en un hipódromo, vestida con un elegante traje sastre y un discreto sombrero.
Su clásico Chanel, esa chaqueta y falda de corte sencillo, en “tweed” fue la respuesta que le dio a las mujeres que reclamaban más libertad. Al tiempo sumó las blusas blancas, los corbatines y los diseños con corte militar y también naviero que patentó luego de sus paseos en yate con el Duque de Westminster.
También dejó su sello en esas cadenas que utilizaba en el dobladillo de las chaquetas o los chalecos adaptados y que la llevaron al traje de tres piezas para damas; en los pullover de cuello tortuga y en los zapatos de punta negra que diseñó para estilizar aún más las figuras delgadas.
No sólo transformó el tweed, tela destinada a los trajes de varones, en una pieza de vestir femenina, si no que el “jersey”, esa lanilla que se usaba para la ropa interior de los hombres, se convirtió en su mejor aliada. Su furró negro o “littel black dress”, que estrenó en 1926, era un dos piezas de corte recto, sin cintura, que no impedía la movilidad debido a la elasticidad de su material.
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Una de las más resaltantes épocas que constituyó un cambio radical en la sociedad, no sólo porque influyó directamente en la manera de pensar y actuar de las mujeres, sino también en la forma de sentir; fue de los años 20, con la aparición de Coco chanel, ya que originó una toma de consciencia, en una época en donde la opresión reinaba.
Las mujeres ya estaban cansadas de los corsés y bustos entallados, de sombreros con plumas y tules, ellas gritaban al mundo la necesidad de un cambio que les permitiera “libertad de movimiento” y Coco Chanel era la indicada.
Coco Chanel se había convertido en la principal impulsadora de la liberalización de la mujer, pues creía firmemente que la mujer podía mostrarse elegante sin tener que cargar con el peso de una moda que las retenía en la casa.
Los primeros cambios se dio en el campo de los sombreros, quitándoles los adornos inútiles, disminuyendo su tamaño e incluso avanzando así una estilizada pero masculina gorra o boina.
No faltaron quienes se opusieron rotundamente a este cambio, pero Chanel no dio paso atrás e impuso diseños sencillos que permitían el movimiento natural, permitiendo así que la mujer tenga un espacio más importante en la sociedad, y sea vista como una persona capaz de autorrealizarse.

Escrita por Gressika Moreno Z.
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LA INFLUENCIA DE LA MODA EN EL 
CAMBIO SOCIAL DE LOS VALORES 
ESTÉTICOS Y CORPORALES 

Existen una gran diversidad de términos,  en torno al concepto de la moda, que
podemos considerar, de forma general, que este termino se encuentra sujeto a
variaciones cíclicas de los fenómenos externos del comportamiento privado en público: la
vestimenta, la presencia física, los hábitos sociales, las reglas de protocolo, el diseño de
útiles cotidianos, el estilo estético e intelectual, etc., con fenómenos complementarios que
dejan huella, por lo que, muchas formas, impersonalmente estructuradas: el arte, la
ciencia, el pensamiento o la arquitectura, resultan igualmente sometidas, a la tarea de la
manifestación de una determinada moda.
 La definición que utiliza el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
en su vigésima primera edición, para definir la moda, es  la siguiente: "Uso, modo o
costumbre que está en boga durante algún  tiempo, o en un determinado país, con
especialidad en los trajes, telas y adornos...".

 Según otro Diccionario, concretamente el de Sociología de Larrouse, el término
moda se aplica en el lenguaje corriente: "al favor concreto y momentáneo del que disfruta
una cosa, a los cambios que afectan a la vestimenta o, incluso a la propia ropa". 3
 2.1. Antecedentes sociológicos.
 En sociología, la moda se concibe como el proceso de transformación que no cesa
y de tendencia gradual de las preferencias de los miembros de una sociedad determinada
en todo tipo de ámbitos. La noción no se limita a las modas del vestir, ni a las pasiones
desmesuradas, por objetos o comportamientos superficiales, es decir, a los caprichos de
cualquier tipo. No obstante, hace algunos años, se reducía a las preferencias que no se
pueden restringir a una función de utilidad; razonamiento por el que se suele atribuir un
carácter irracional o arbitrario a las manifestaciones de la moda.
 En los comienzos de la sociología,  la moda era una referencia obligada que
permitía manifestar la parte social que tienen los comportamientos privados. Como forma
de regulación social, como mecanismo o expresión del cambio y estratificación, y sus
relaciones con los problemas vitales de la disciplina, que parecían evidentes.
 En general, resulta sorprendente el contraste entre el  inmenso número de
reflexiones sobre la moda, considerada como: el fenómeno social por excelencia; y la
escasez de estudios empíricos, referentes a este tema. Esto se debe a la fuerte
identificación que hay entre moda y moda del  vestir y que ésta constituye un ejemplo
impuro del propio fenómeno. La  elección de la ropa está determinada, en parte, por su
disponibilidad y su coste económico. Además, en este caso, cada persona sabe lo que se
ajusta a la tendencia colectiva de cada momento. Pero lo que resulta fascinante del
fenómeno de las modas es que es el ejemplo más inmediato del eterno problema de la
sociología es el de las relaciones entre  lo individual y lo colectivo, lo privado y lo público.
La suma de nuestras opciones individuales constituye el "gusto colectivo" del momento;
sin embargo, todo sucede como si los gustos individuales se adaptasen a ese gusto
colectivo. La conformidad de las selecciones individuales con las elecciones colectivas no
sólo no puede ignorarse si no que incluso debe tenerse en cuenta. (Besnard, P (1995):
Diccionario de sociología. Referencias  Larousse Humanidades. Barcelona: LaroussePlaneta (pp.: 146-147)).
2.2. Representaciones y cambio social.
 El investigador J.L. Piñuel de la UCM en su artículo de la Reis nº 57/92 sobre "La
moda, o el aprendizaje de la  integración por el cambio", argumenta que: "Las modas 4
promueven la incesante aceptación de innovaciones y la vigencia permanente de las
relaciones de integración social. La no aceptación de innovaciones se considera una señal
de marginación -que se castiga con determinados rituales para el aislamiento de las
personas- mientras que, la participación en las innovaciones se premia con el éxito social.
Las modas se presentan en todos y cada uno de los grupos sociales de una manera, más
o menos, estable o dinámica".
 Continua argumentando Piñuel que: "La distinción social y el control de recursos,
como signos de poder, constituyen el desencadenante esencial, y motor de arrastre para
la génesis y desarrollo de las modas. El éxito de las modas hay que vincularlo siempre a
estamentos de poder real, sean de clase social cultural o económica, con capacidad para
controlar los sistemas y las estrategias comunicacionales. El deseo de imitar las formas de
vida, de los estamentos de poder, se convierte en la garantía de la eficacia para la
implantación o seguimiento de cualquier moda, salvo cuando choca con intereses con un
estamento que posee el poder  suficiente para mermar dicha eficacia".
 Piñuel considera que: "las posibilidades de manipulación y de control que otorgan
estos instrumentos son estudiados por los/as científicos/as sociales, en los últimos años.
Fruto de estos estudios son: el descubrimiento de la alienación cultural, y la explotación
económica, instrumentadas y mediatizadas por los mass media, particularmente el medio
audiovisual, puesto que, en su actividad propagandística-publicitaria, es preocupante
desde hace tiempo, sobre todo, por el lenguaje subliminal que comporta".
 Una figura profesionalizada en el siglo XX  es la del estilista, experto/a en estilo, en
el "look", que controla el acabado del producto que se va a ofrecer en el mercado. Vela
para que no falte un detalle en la presentación de la colección de modelos (de looks, de
estilo). Elige el maniquí, repasa los accesorios, armoniza el colorido, contextualiza el
conjunto, ya sea para un desfile, para un "casting", una foto, un spot, un escaparate, una
campaña publicitaria, una fiesta, una película. Trata, en suma, que el producto explicite su
mensaje para que el público lo capte.
 El estilista es un grado específico del experto en imagen que lleva a cabo un control
de calidad de la seducción, responsable de que todo salga como estaba ideado, o de
aprovechar las nuevas circunstancias que surjan, y reconvertirlas en favor del producto. 5
 En la gramática de la moda, el estilista es, por lo general, quien selecciona a los/as
modelos o maniquíes, que ser en el soporte de la oferta. Todo el mundo sabe que una
modelo (el modelo) es el vehículo mismo de la seducción: el médium para que el look, la
identidad en oferta, funcione  y ponga en marcha el deseo (de imitación, de compra). El
modelo es la quinta esencia de la fascinación. La belleza, el estilo, la fama, y la
popularidad, son también elementos imprescindibles ya del modelo. El mercado de la
moda no cuenta sólo con chicas guapas u hombres más o menos atractivos: todos los
famosos son ya modelos, porque han demostrado su Éxito en la fascinación de las gentes
(Riviere, 1977).


M. Carmen Bañuelos Madera
Profesora Asociada
   Departamento de Ciencia Política y Sociología
Universidad Carlos III de Madrid

http://public.centrodeestudiosandaluces.es/pdfs/cult_2.pdf

http://scholar.google.com.co







domingo, 18 de septiembre de 2011

*Entrada 5:La mujer más peligrosa del mundo



Emma Goldman: la mujer más peligrosa del mundo

Cuando Emma Goldman, que había sido llamada por la prensa norteamericana «la mujer más peligrosa del mundo", murió oscuramente en un lugar de Canadá, un periodista llamado William Marion Reedy escribió que aquella pequeña pero formidable judía había estado «ocho mil años adelantada a la de su época". Sin duda, hay que considerar ésta como una opinión bastante exaltada, pero no sería injusto decir que estuvo (en muchos aspectos) muy por delante de su tiempo. Esta brillante discípula de Bakunin y de Nietzsche, no destacó siempre a igual altura, pero durante unos años llegó a convertirse en una auténtica pesadilla para el orden establecido norteamericano y en el terreno de la liberación de la mujer su voz resulta plenamente actual.
En su larga trayectoria vital, Emma recorre distintos momentos de la historia moderna; momentos que para esquematizar podemos dividir en dos partes y cuyo punto de separación tendría que ser la Primera Guerra Mundial.
Durante la etapa de preguerra, Emma fue una de las cabezas más visibles del radicalismo norteamericano, portavoz y símbolo de innumerables luchas desarrolladas contra los abusos y arbitrariedades del Estado liberal más represivo de su tiempo y sus posiciones anarcoindividualistas sé confunden a veces con las de la izquierda radical liberal o socialista. Posteriormente, su actuación al frente de la Liga Antiguerra sobrepasó los límites de libertad que podía conceder un Estado agresivo dispuesto a no perder la posibilidad abierta con la Gran Guerra de convertirse en una especie de tutor dominante del imperialismo británico todavía primer eslabón de la cadena imperialista. Desde entonces ya nada fue igual. Ningún gobierno, ningún otro Estado permitiría nunca más los márgenes de libertad que Emma había conocido en la preguerra; el mundo había cambiado de base y el liberalismo de la época del capitalismo concurrencial entró en el Museo de la Historia. Su vida y su época, concluyen abruptamente con la derrota de la República española atenazada entre el fascismo, el estalinismo y el liberalismo decadente, y el significado de todos estos fenómenos político-sociales la sobrepasaron. Ni siquiera consiguió sentirse de acuerdo con los dirigentes anarcosindicalistas españoles.
Esta “anarquista de ambos mundos", como la ha llamado José Peirats; nunca fue una militante organizada aunque tuvo parcialmente el mérito de sacar el anarquismo estadounidense del pantano individualista, germanista y terrorista en que lo había encerrado la poderosa personalidad de Johann Most (1). Tampoco fue una pensadora original. Su pensamiento es una peculiar síntesis de diversas escuelas anarquistas junto con unas buenas dosis de Nietszche y en sus reflexiones no trata de penetrar en los vericuetos de las contradicciones sociales. Sin embargo, sí fue una activista en el sentido más pleno de la palabra y en sus escritos se hizo eco de algunas de las concepciones más osadas y avanzadas de su época y les dio una proyección militante. A pesar de su individualismo tuvo la capacidad de identificarse con todas las causas -incluso las que causaban pavor entre sus compañeros-, y no tuvo miedo en nadar contra la corriente. Sólo que las olas que encontró desde que salió de Norteamérica eran más altas y más complejas que las que había combatido hasta entonces.
La rebeldía de Emma Goldman se gestó originalmente en la Rusia zarista donde había nacido el año 1869. En sus Memorias (2) recuerda a su padre, un trabajador que vivía en el ghetto judío, como “la pesadilla de mi infancia". Su madre, continuamente brutalizada por su marido -lo que era perfectamente legal en la legislación zarista-, tenía totalmente asumido el papel de mujer sumisa y atada a las tradiciones y costumbres, como lo demuestra el hecho de que cuando Emma empezó a menstruar a los once años, le dio una sonora bofetada y un rudo consejo: “Es lo que necesita una joven cuando se convierte en mujer, como protección contra la desgracia". El padre se quejaba constantemente de que Emma no hubiera sido el niño que él esperaba y preparaba para ella un destino idéntico al que conocía su madre. No tenía por qué saber nada: “Las jóvenes no tienen por qué saber demasiado, le gritó en una ocasión, sólo deben saber preparar un buen plato de pescado, cortar bien Ios tallarines, y dar al hombre muchos hijos”.
Desde luego, esto no era precisamente lo que soñaba Emma que era una niña muy imaginativa. Desde muy temprana edad se planteó dedicarse a la medicina, pero no tardó en comprobar que esto era prácticamente imposible. Su paso por la escuela primaria resultó brillante por su inteligencia natural, pero fue también tan conflictiva que vio denegado su permiso para acceder a la enseñanza secundaria. Tenía trece años cuando su familia se trasladó a San Petersburgo que era entonces el centro industrial e intelectual de todas las Rusias. Inmediatamente comenzó a ganarse la vida trabajando como obrera y al poco tiempo tuvo relaciones con miembros del movimiento nihilista que conocía por aquella época su apogeo, destacando en su interior una impresionante hornada de mujeres antizaristas como Vera Figner, Vera Sazsulith, Praskovia Ivanóvskaya, OIga Liubatóvicht y Elizabeth Noválskaya (3). No obstante, debido a su extrema juventud, su intervención en el movimiento oposicionista fue ínfima, aunque estas relaciones tensaron su vocación de rebelde.
En 1884, su padre arregló a muy «buen precio" su boda y creyó con ello poder domesticar al fin a su indómita hija, pero no fue así, Emma no consintió y amenazó con lanzarse al helado Volga sí la obligaban y en un momento determinado se puso de pie en el borde de uno de sus puentes. Su padre tuvo entonces que ceder, pero las tensiones con él fueron agravándose hasta que un año después Emma pudo huir a América, la «tierra prometida" para tantos rusos y sé estableció en Rochester junto con su hermana mayor. Ésta vivía en unas condiciones terribles y durante un tiempo Emma se vio sola y derrotada. Encontró trabajo en una fábrica y al poco tiempo después cometió la flaqueza de casarse con Jacob Kershher, un compañero suyo de trabajo, amable y cariñoso, pero a la postre un marido convencional que acabó haciéndosele insoportable.
Fue durante este tiempo de recién casada cuando Emma comenzó a frecuentar indistintamente los medios anarquistas y marxistas, pero tras un breve espacio de tiempo de indecisión tomó partido por los primeros fuertemente influenciada por el caso de los “mártires de Chicago" (4). Desde entonces siguió el proceso en todos sus detalles, hizo campaña a favor de los inculpados y leyó todo lo que sobre la anarquía le cayó entre las manos. Cuando los acusados fueron condenados a muerte, Emma dice que se sintió como si naciera de nuevo: había que cambiarlo todo. Se juramentó dedicar desde aquel momento a la actividad revolucionaria y lo primero que hizo fue divorciarse de su primer marido.
En Nueva York conoció a Johann Most, un ex-marxista alemán que había sido expulsado del Partido Socialdemócrata alemán por su “extremismo” y que se había convertido en el anarquista más afín con la teoría de la “propaganda por el hecho" o sea de la acción terrorista contra la injusticia y sus representantes llegando a escribir un tratado sobre diversas maneras de emplear esta clase de violencia minoritaria. Su personalidad atrajo fuertemente a Emma durante cierto tiempo y pasó a ser además de su discípula, su amante. Esto no duró mucho y Emma empezó a cuestionar ambos roles. Los métodos dominantes de Johann la rebelaron y su actuación le pareció sectaria ya que se restringía a los medios germanos y carecía de perspectiva de futuro ya que no iba en función de las exigencias de las luchas de masas. Emma no estaba persuadida de la bondad de un movimiento organizado (aunque cooperó con entusiasmo al lado de los sindicalistas revolucionarios), pero pensaba que la violencia podía aparecer como gratuita y no como una acción justiciera clara, al servicio de los trabajadores.
La ruptura entre Johann y Emma fue al mismo tiempo una crisis de un sector importante del anarquismo norteamericano y la parte que siguió el ejemplo de ella se abrió al movimiento real y rehuyó el ghetto de los diversos sectores de inmigrantes.
El lugar que había dejado vacío Johann no tardó en ser ocupado y esta vez por dos hombres a la vez. Se trataba de Alexander Berkman, que desde entonces pasó a ser su compañero casi inseparable, y un pintor también de origen ruso como Berkman y con los que estableció un menage a trois que transcurrió sin incidentes internos dignos de mención, pero que al puritanismo norteamericano le pareció el colmo de la perversidad.
Todo terminó sin embargo cuando Alexander, profundamente indignado por la masacre que la patronal había ocasionado entre los obreros con motivo de la huelga de Hamestead Steel, decidió ejecutar por su propia cuenta a Henry Clay Frick, un “tiburón de la industria" y responsable de la actuación de los pistoleros de la Pirkenton que habían disparado. El asunto no era fácil, con muchas dificultades consiguieron dinero para viajar a Pensylvania, el lugar de los hechos, pero carecían dé armas. Siempre al lado de Alexander, Emma llegó Basta el punto de intentar (sin éxito) ejercer la prostitución para conseguir el dinero, para comprarlas. Cuando lo consiguieron, el 12 de julio de 1892, Alexander se trasladó a Pittsburg y cumplió parcialmente su propósito ya que el gran magnate sólo resultó herido y no tardó en recuperarse. La naturaleza de clase de la justicia norteamericana se puso de manifiesto cuando el atentado de Berkman que no daba judicialmente para más de siete años por «homicidio frustrado" es condenado a veintidós años de cárcel mientras que Henry Clay Frick, responsable del asesinato de diez obreros no tuvo ni que pasar por la comisaría.
Después de este acontecimiento Emma consiguió la celebridad como incendiaria y roja. Protagonista de una gran campaña en defensa de su compañero y amante, demostró ser una soberbia oradora con una gran fuerza y convicción, aunque a pesar de todo no pudo evitar la suerte de Berkman que descendió literalmente a los infiernos del sistema penitenciario yanqui. Del "caso Berkman" Emma pasó a defender otras causas de la libertad y del movimiento obrero, ocasionando cada vez mayor escándalo y miedo entre los bien pensantes. El colmo de su actuación, que asombró a propios y extraños, tuvo lugar cuando asumió la defensa de León Czolgosz, un obrero de origen polaco que había causado la muerte del presidente McKinley en un atentado con una bomba. La prensa desarrollará entonces una gran campaña presentándola como la instigadora del crimen, aunque en realidad no había tenido nada que ver con éste (5) Ciertamente, Emma estaba muy lejos de aprobar la actuación de Czolgosz, pero estaba convencida que éste había actuado por indignación justiciera.
Por otro lado, ¿qué era un atentado individual? Poco, si se le comparaba con la represión y la muerte de decenas de sindicalistas y trabajadores. Así, si Czolgosz era culpable, ¿qué no sería el primer representante de la patronal En otra ocasión, cuando en plena guerra mundial, cuando un policía le habló de un atentado terrorista le respondió que en comparación con el terrorismo que se estaba desarrollando en Europa, aquel atentado «era pura bagatela". En este punto la posición de Emma tuvo lejos de alcanzar el rigor y el repudio que tuvo en otros anarquistas conocidos y sobre todo en los marxistas. Con actuaciones como ésta no tardó en hacerse sumamente impopular para los poderes públicos. La policía la vigilaba constantemente, obstaculizaba siempre que podía sus actividades, y la detuvo en tantísimas ocasiones que siempre llevaba consigo un libro para no perder demasiado el tiempo en prisión. La prensa sensacionalista la atacó continuamente. Se la culpó de ser la instigadora de numerosas luchas obreras promovidas, a veces espontáneamente y, a veces, por los "wobbies" (militantes del IWW), de conspirar para derrocar el gobierno constitucional, de revelar información sobre el control de la natalidad... de antipatriota y, por supuesto, de prostituta. Al margen de diversas detenciones menores, purgó durante dos años en una prisión federal donde en poco tiempo se situó a la cabeza de la lucha por la dignidad humana. Por ello desafió duramente a celadoras, policías, autoridades y tenebrosas celdas de castigo. Su actuación se dejó sentir y logró modificar bastantes cosas, y sobre todo ganó para esta causa a otra recluso, Kate O’Hara, que con el tiempo se haría famosa cuando tras salir de libertad se trasladó a California e inició desde allí una campaña de protesta contra los métodos carcelarios imperantes y con el tiempo llegó a ser directora de penales llevando a cabo notables reformas en el sistema.
En la cuestión del feminismo se puede decir, con palabras de Nietszche, que la Goldman fue una mujer contra su tiempo: el carácter vanguardista de sus concepciones llegó a soliviantar al mismísimo Kropotkin, el «príncipe anarquista" que la consideró excesivamente avanzadas. Fue llamada no sin motivo, la «Reina de los anarquistas" y simbolizó durante su época las posiciones de autonomía femenina, de amor libre, de una total falta de prejuicios... Emma llegó hasta asumir la defensa de los homosexuales, algo que casi ningún revolucionario notorio de su tiempo se atrevió a hacer.
En su formación revolucionaria, Emma fue antes feminista radical que anarquista. Como dice muy bien Alix Shulman, Emma: “Utilizó la doctrina anarquista para explicar la opresión que padecían las mujeres, pues sabía muy bien que la raíz de semejante opresión era más profunda que las instituciones. Cuando su anarquismo entraba en conflicto con su feminismo, reaccionaba siempre como feminista. A semejanza de muchas mujeres de la izquierda actual, se rebeló cuando los hombres radicales le menospreciaban por el sólo hecho de ser mujer...” (6)
El ideario personal de Emma era bastante distinto del de las corrientes feministas entonces predominantes, entre las cuales el anarquismo no se contaba. No podía estar de acuerdo de ninguna manera, con las sufragistas, ni en los medios ni en los fines; Emma no consideraba el sufragio una conquista importante y menos para formar parte de una democracia burguesa. Estaba un poco más de acuerdo con las socialistas que ponían un notable énfasis en la emancipación económica de la mujer, pero consideraba los partidos como una cadena y desconfiaba de cualquier programa político. Para Emma era mucho más importante el factor ideológico y creía que el centro del problema radicaba en el machismo, en el hecho de que los hombres eran “tiranos inconscientes" y la sumisión actuaba sobre las mujeres como un «tirano interno".
La mujer estaba educada para ejercer como tal (“Casi desde la infancia, escribió, las jóvenes aprenden que el más alto objetivo en la vida es el matrimonio"), eran incapacitadas para el goce sexual, por lo cual «la vida de estas muchachas se destruye por la frustración". En el momento en que la mujer contempla la sexualidad de igual a igual que el hombre, sistemáticamente es tratada como alguien monstruoso o enfermizo. Hasta los hombres más avanzados se sienten incómodos ante mujeres así y actúan sin excepción en plan dominante. Por eso, Emma tiene claro que la emancipación de la mujer será obra de la mujer misma:
El desarrollo de la mujer), su libertad, su independencia, deben de surgir de ella misma, y es ella quien deberá llevarlos a cabo. Primero, afirmándose como personalidad y no como mercancía sexual. Segundo, rechazando el derecho de cualquiera que pretenda ejercer sobre su cuerpo; negándose a engendrar hijos, a menos que sea ella quien los desee; negándose a ser la sierva de Dios, del Estado, de la sociedad, de la familia, etc., haciendo que su vida sea más simple, pero también más profunda y más rica. Es decir, tratando de aprender el sentido y la sustancia de la vida en todos sus complejos aspectos, liberándose del temor a la opinión ya la condena pública. Sólo eso, y no el voto, hará a la mujer libre (7).

Sin embargo, aunque en lo fundamental, será difícil encontrar hoy alguna feminista que no esté de acuerdo con lo que aquí se dice, en el último aspecto la posición de Emma careció de cualquier proyección al margen de las huestes ácratas, entre las cuales destacó también otra gran personalidad femenina llamada Voltairine de Cleyre (8). La mayoría del feminismo militante nunca subestimó la importancia de la lucha por un derecho que le permitió conocer, como diría Emmeline Pankhurst, “la alegría de la lucha", y sentar las bases de movimientos ulteriores. La mujer no habría llegado a hacer las conquistas que ha hecho sin el sufragismo y sin la labor de las socialistas en los partidos y sindicatos obreros. El punto más débil de Emma fue su vanguardismo que sólo conectó con las masas precisamente en aquellos momentos en que las luchas concretas cobraban alas a partir de una pequeña reivindicación. . .
Fueron muy pocas las mujeres de su época las que llegaron a repudiar el puritanismo como ella. Emma estaba convencida de que el sexo era «tan vital como la comida y el aire", y subrayó la contradicción que existía en el hecho de que las mujeres fueran obligadas por una parte a ser asexuadas y por otra, a vender su cuerpo a través del matrimonio o la prostitución pública. Llegó a estas conclusiones no a través de una sistematización teórica -aunque fue muy influida por Havelock Ellis y por Margaret Sangers-, sino a través de una ardua experiencia conseguida cuando trabajó en diferentes ocasiones como obrera y, sobre todo, cuando ejerció durante algún tiempo como asistente sanitaria. En su inquieta vida, también trató en múltiples ocasiones con «mujeres de vida fácil" en las que encontró no pocas amigas que la apoyaron y la escondieron en momentos verdaderamente difíciles cuando huía de la policía o de los pistoleros de la patronal preocupados por sus denuncias de las injusticias laborales o de otros problemas. Emma llegó a ver en estas mujeres una paradójica síntesis del problema femenino:
No existe un sólo lugar donde la mujer sea tratada sobre la base de su capacidad de trabajo, sino a su sexo. Por tanto, es casi inevitable que deba pagar con favores sexuales su derecho a existir, a conservar una posición en cualquier aspecto. En consecuencia, es sólo una cuestión de grado el que se venda a un sólo hombre, dentro o fuera del matrimonio o a muchos. Aunque nuestros reformadores no quieran admitirlo, la inferioridad económica y social de las mujeres es la responsable de la prostitución (9).
Con opiniones como ésta, no era de extrañar que Emma pareciera una auténtica bestia negra a unas autoridades puritanas e hipócritas. Un periodista diría que “fue enviada a prisión por sostener que las mujeres no siempre deben mantener la boca cerrada y su útero abierto". El caso es que en cada conferencia o mitin que daba sobre la cuestión de la mujer, las autoridades dudaban si encerrarla ya antes y si no lo hacían es porque temían que podía ser peor por la campaña que se desataría en su defensa. Mientras que llamó a las mujeres a no tener como objetivo el matrimonio ya conseguir mejoras en las fábricas, o su propia determinación, la cosa no pasó de unos días entre rejas, pero cuando el 23 de marzo de 1915, delante de una amplia audiencia en el "Sunrise Club" de Nueva York, explicó quizá por primera vez en la historia, cómo tenían que ser utilizados los anticonceptivos, la paciencia policíaca alcanzó un techo.
Fue entonces arrestada ipso tacto y llevada a un juicio que se convirtió en un acto espectacular durante el cual -no sin una contradicción por su parte- aprovechó magistralmente las tradiciones democráticas revolucionarias de los «padres de la patria" norteamericana para denunciar un poder que traicionaba sus propios Dioses democráticos cuando les convenía. Gracias a su brillante autodefensa el juez le dio a elegir entre pasar quince días en un taller penitenciario o pagar una multa de quince dólares. Como la ayuda en estos casos siempre era generosa, Emma optó por lo segundo.
En Nueva York, Emma vivía habitualmente en el bohemio «Greenwich Village", tal como la muestra la famosa película de Warren Beatty, Reds (10). Puede decirse que en la atmósfera de este barrio se hallaba como un pez en el agua, y volvía a él siempre después de una campaña política. Allí se encontraban amalgamadas las vanguardias estéticas, morales y políticas, y Emma representaba junto con Berkman y el italonorteamericano Carlos Tresca, el sector ácrata. El barrio era en ocasiones la caja de resonancia de las campañas políticas de los radicales como en la que, bajo la inspiración de John Reed y con el apoyo del dirigente de los IWW, Dan Heywood, montaron una impresionante obra teatral en la calle que representaba la terrible huelga de Patterson. Económicamente la obra fue un fracaso, pero emocionalmente conmovió los cimientos del lugar.
Cuando estalló la Gran Guerra en agosto de 1914, Emma empezó a trabajar con todas sus fuerzas contra la intervención norteamericana en el conflicto y fundó junto con Reed, Berkman, Tresca y otros amigos la Liga Antialistamiento que llegó a ser el centro neurálgico de toda la agitación pacifista y antipatriotera. No pasó mucho sin que fuera de nuevo detenida y juzgada al tiempo que las revistas que dirigía con Berkman fueron cerradas e invadidas por la policía. Situada delante de los jueces no tuvo inconveniente en declarar: “Ninguna guerra se justifica si no es con el propósito de derrocar el sistema capitalista y establecer el control industrial de la clase trabajadora" (11).
Por esta razón, insistió en otra intervención, habían sido consecuentes haciendo propaganda antimilitarista desde el inicio de sus vidas militantes, aunque, al contrario que el gobierno, la Liga que representaban jamás había hecho nada contra la conciencia de nadie, sólo desertaban los que no querían participar en una carnicería motivada por intereses financieros. Esta vez, a pesar de todo el genio polémico de Emma, el veredicto del tribunal fue más allá de la multa o la cárcel, y siguiendo los dictados del gobierno de Wilson fueron obligados al destierro fuera del país. Para Emma aquello era pura y simplemente un robo de su ciudadanía, pero significaba más; era el fin de un período de una mayor flexibilidad democrática. Cuando se enteró de la noticia un fiscal de Washington pudo comentar con ironía: “Con la prohibición que se avecina y Emma Goldman que se va, este país será muy monótono".
El nuevo país al que iban a encaminarse había sido el suyo de la infancia y ahora se encontraba bajo el signo de una revolución que les llenaba de esperanzas. Seis días antes de la Navidad de 1919 salían hacia su nuevo destino en el "Buford", un desvencijado navío militar. Emma y Alexander no compartían el estrecho criterio de muchos anarquistas que reducían la revolución de Octubre a un golpe de Estado dado por la izquierda. Para ellos, Octubre había sido la culminación de la revolución rusa y miraban a los bolcheviques con ojos de buenos amigos y estaban en buena medida convencidos de que éstos se habían apropiado de ciertas premisas libertarias para proclamar que todo el poder debía de ser para los soviets, o sea para los consejos obreros de obreros, campesinos y soldados. Durante los primeros tiempos, que coincidieron con una indescriptible guerra civil que destruiría radicalmente las bases materiales de la revolución, ambos trabajaron junto con los bolcheviques que se habían convertido en un Ejército Rojo disciplinado para vencer. Durante este tiempo polemizaron con los anarquistas que se negaban a colaborar y se establecieron un poco como un puente entre ellos y el poder revolucionario. Esta actitud, fundamentalmente positiva, comenzó a cambiar al final de la guerra cuando los bolcheviques fueron prohibiendo las diferentes tendencias socialistas disconformes con su programa y sus métodos y fueron enfrentándose a las revueltas campesinas y obreras con las armas. El punto definitivo de su ruptura ocurrió en medio de los acontecimientos de Kronstadt en marzo de 1921, en los que un grupo insurreccionado levantó la bandera de una tercera revolución y los bolcheviques los reprimieron por medio de la fuerza" (12)
Entre enero de 1920 y marzo de 1921, Emma y Berkman trataron de mediar contra las actuaciones represivas de la Cheka, constituida según expresión de su máximo jefe Félix Dzherjinski, por santos y canallas. Se entrevistaron sucesivamente con Lenin y Trotsky que prometieron revisar algunos casos; con Máximo Gorky al que encontraron apesadumbrado por su mala conciencia -se había opuesto inicialmente a la revolución- y por el terrible analfabetismo del pueblo incapaz de asumir las responsabilidades del poder con sus propias manos; con Alejandra Kollontaï que les argumentó que en toda gran obra tenían que existir pequeños errores; con los delegados de origen libertario del II Congreso de la Internacional Comunista como Víctor Serge, Alfred Rosmer, Joaquín Maurín, etc., pero todo fue prácticamente inútil. El caso de Maknó se sumó al de Kronstadt y la ruptura fue tan radical que los dos se convirtieron en la principal fuente de las acusaciones anarquistas contra el comunismo ruso.
En contra de los bolcheviques, Emma vuelve su mirada hacia Kropotkin al que había conocido antes en un Congreso anarquista. El "príncipe anarquista" que durante la Gran Guerra y en la primera etapa de la revolución rusa había indignado a Emma por su actuación pro-Entente y de apoyo al Gobierno provisional -Kerensky quiso hacerlo ministro-, se encontraba ya agonizante y soñaba con una nueva Rusia estructurada por comunas que organizarían la pequeña industria artesanal, industrial y campesina que se federarían entre sí... Durante cierto tiempo y por miedo de hacerle el juego al imperialismo que tenía cercado el «país de los soviets", ninguno de los dos escribió nada para el gran público, pero en 1922 decidieron hacerlo. En uno de sus trabajos, Emma escribe:
Quizá la revolución de Rusia nació ya sentenciada. Llegando arrastrada por los cuatro años de guerra, que habían aniquilado sus mejores valores y devastado sus mejores y más ricas comarcas, es posible que la revolución no hubiese tenido suficientes fuerzas para resistir los locos arrebatos del resto del mundo. Los bolcheviques afirman que fue culpa del pueblo ruso que no tuvo suficiente perseverancia para resistir el lento y doloroso proceso de cambio operado por la revolución. Yo no creo eso y aceptando que esto fuese cierto, yo insisto, sin embargo en que no fueron tanto los ataques del exterior como los insensatos y crueles métodos que en el interior estrangularon la revolución y la convirtieron en un yugo odioso puesto sobre el cuello del pueblo ruso. La política marxista de los bolcheviques, alabada en un principio como indispensable a la revolución para ser abandonada después de haber introducido el descontento, el antagonismo y la miseria, fueron los verdaderos factores que destruyeron el gran movimiento e hicieron perder la fe del pueblo (13).
Su profunda aversión al bolchevismo llevó a Emma a no distinguir en su interior el más mínimo matiz. De esta manera, cuando tenían lugar los llamados ""procesos de Moscú", no dudó en escribir un panfleto contra Trotsky que tenían un título bastante explícito: Trotsky habla demasiado. Para ella, éste no había hecho otra cosa que preparar el camino de Stalin y calificó -junto con la CNT- a los "procesos" como un mero ajuste de cuentas entre "autoritarios". Durante la guerra civil española llegó a hablar de "contrarrevolución marxista" para definir la política estalinista, y solamente cuando la represión se abatió contra el POUM trató (paradójicamente) a Andreu Nin y a sus compañeros de "verdaderos bolcheviques".
El nuevo exilio de Emma Goldman estuvo lejos de ser dorado. No pudo volver a los Estados Unidos hasta después de muerta y las cancillerías europeas, temerosas de su fama de agitadora, le negaban sistemáticamente un visado. No obstante, aún pudo palpar por última vez la miel de la fama y de la simpatía de las masas cuando un mitin suyo en Canadá congregó a veinticinco mil personas. Después de muchas tentativas consiguió un albergue en Inglaterra gracias a los esfuerzos de la izquierda laborista, en particular a Harold Laski, teórico de la "revolución consentida" con el que tuvo amistad aunque no llegara obviamente a comulgar con sus ideas.
En 1931 escribió su autobiografía Living my life (Vivir mi vida) que será un gran éxito editorial internacional y que representa su mayor esfuerzo literario.
Pero a pesar de este triunfo personal, aquella fue una mala época para Emma. En Inglaterra no podía intervenir en la política y se encontraba por primera vez desarraigada, sin un campo de acción donde proyectarse. Se encontraba profundamente deprimida cuando le llegó la terrible noticia de que su compañero incondicional Alexander Berkman se había suicidado en París. Berkman estaba al parecer muy enfermo y muy desalentado por graves problemas con su nueva compañera, además el clima de tensiones y desavenencias entre los anarquistas rusos en el que la tensión resultaba insoportable. Cuando llegaron las noticias de ¡a guerra y la revolución española, Emma comentó que igual que ella Berkman hubiera renacido con entusiasmo.
A pesar de toda las clases de obstáculos que le ponían las autoridades británicas, Emma no pudo permanecer totalmente alejada de unos acontecimientos que parecían con firmar sus convicciones de que una revolución anarquista era posible. Aunque no pudo instalarse en España como era su deseo logró arreglar las cosas para poder efectuar tres largas visitas. En una de ellas visitó con entusiasmo el frente de Aragón, conoció las experiencias comuneras y departió animadamente con figuras del anarquismo como Durruti que la causó una honda impresión.
Aunque el idioma era una barrera difícilmente franqueable para actuar en el escenario español, se esforzó a pesar de las prohibiciones del gobierno inglés en fomentar la solidaridad con los combatientes. Su admiración por la valentía y el entusiasmo de sus compañeros españoles no le llevó como a otros ilustres anarquistas extranjeros a plegarse ante la orientación política de la CNT-FAI. No comprendía ni admitía que los anarquistas pudieran colaborar con los republicanos y con los comunistas en unas tareas gubernamentales que iban en contra de la revolución que sus bases militante estaban llevando a cabo. Se encontraba ante este problema bastante sola y se sintió internamente dividida entre sus convicciones y sus simpatías. Por un lado estaba persuadida de que en un mundo que se derrumbaba a su alrededor no había más salida que la anarquía, pero por otro intentaba comprender y veía que los dirigentes anarcosindicalistas aunque no actuaban en "provecho propio" y "eran demasiado humanos". No por ello podía dejar de denunciar una política "rayana con el oportunismo" y planteó sin éxito sus desavenencias en la Internacional Libertaria, aunque nunca hizo una crítica sistemática y rigurosa.
La derrota de la revolución y de la República española cerraron el tiempo que se había dado por delante de su compañero y el 17 de enero de 1940 una hemorragia cerebral le causó la muerte. Con ella moría en cierta medida, toda una época; moría una mujer que sería la más alta expresión del feminismo libertario cuyos frutos sobrepasa rían el campo de la anarquía y extendería su influencia entre todas las ramas del feminismo radical.
Pepe Gutiérrez-Álvarez (Para Kaos en la Red) 
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Emma Goldman  ( 1869 –  1940).

Célebre anarquista lituana de origen judío conocida por sus escritos y sus manifiestos libertarios y feministas, fue una de las pioneras en la lucha por la emancipación de la mujer.


A los 16 años se unió al movimiento Socialista Libertario. A los 20 años y tras el ahorcamiento de cuatro anarquistas a consecuencia del “motín de Haymarket” se une al movimiento anarquista. Después de su traslado a New York, se convierte en la principal dirigente del movimiento anarquista estadounidense.

Posteriormente es encarcelada y Voltairine de Cleyre (de la que hablaré más adelante) sale en su defensa, en una conferencia tras su detención llamada In defense of Emma Goldman – En defensa de Emma Godman-.

A partir de entonces volverá a ser encarcelada intermitentemente por diferentes motivos políticos, instigaciones, etc.

En 1936, Goldman colaboró con el gobierno español republicano en Londres y Madriddurante la Guerra Civil española.

Escribió Anarquismo y otros ensayos (1910) y fue editora de la revista anarquista mensual Mother Earth – Madre Tierra -.

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Anarquismo


El anarquismo es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado entendido como gobierno, y por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas. Sébastien Faure, filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella es un anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas doctrinas o movimientos han manifestado una tan gran variedad de aproximaciones y acciones, que no siempre fueron bien entendidos por la opinión pública. Históricamente hablando, el anarquismo se centra en general en el individuo y en la crítica de su relación con la sociedad, su objetivo es el cambio social hacia una futura sociedad, en palabras de Proudhon, «sin amo ni soberano».

domingo, 11 de septiembre de 2011

Entrada 4: Marie Curie

Marie Curie (1867-1934)

Fue una química y física polaca, posteriormente nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la radiactividad, fue la primera persona en recibir dos premios Nobel y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París. Nació en Varsovia (Zarato de Polonia, Imperio ruso), donde vivió hasta los 24 años. En 1891 se trasladó a París para continuar sus estudios. Fundó el Instituto Curie en París y en Varsovia. Estuvo casada con el físico Pierre Curie y fue madre de Ève Curie y de Irène Joliot-Curie (también galardonada con el Premio Nobel, junto a su marido Frédéric Joliot-Curie).

Su padre fue profesor de física. En 1891 se trasladó a París (donde cambió su nombre por Marie) y se incorporó a la Sorbona. Dos años más tarde acabó sus estudios de física con el número uno de su promoción.
 En 1894 conoció a Pierre Curie y se casaron en 1895.Marie Curie estaba interesada en los recientes descubrimientos de los nuevos tipos de radiación. Wilhelm Roentgen había descubierto los rayos X en 1895, y en 1896 Antoine Henri Becquerel descubrió que el uranio emitía radiaciones invisibles similares. Curie comenzó a estudiar las radiaciones del uranio y, utilizando las técnicas piezoeléctricas inventadas por su marido, midió cuidadosamente las radiaciones en la pechblenda, un mineral que contiene uranio. Cuando vio que las radiaciones del mineral eran más intensas que las del propio uranio, se dio cuenta de que tenía que haber elementos desconocidos, incluso más radiactivos que el uranio.
 Marie Curie fue la primera en utilizar el término ‘radiactivo’ para describir los elementos que emiten radiaciones cuando se descomponen sus núcleos.Pierre Curie finalizó su trabajo sobre el magnetismo para unirse a la investigación de su esposa, y en 1898 el matrimonio anunció el descubrimiento de dos nuevos elementos: el polonio (Marie le dio ese nombre en honor de su Polonia natal) y el radio. 
Durante los cuatro años siguientes los Curie, trabajando en condiciones muy precarias, trataron una tonelada de pechblenda, de la que aislaron una fracción de radio de un gramo. En 1903 compartieron con Becquerel el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radiactivos. Marie Curie fue la primera mujer en recibir un Nobel.En 1904 Pierre Curie fue nombrado profesor de física en la Universidad de París, y en 1905 miembro de la Academia Francesa. Estos cargos no eran normalmente ocupados por mujeres, y Marie no tuvo el mismo reconocimiento. Pierre murió el 19 de abril de 1906, al ser atropellado por un coche de caballos. Su esposa se hizo cargo de sus clases y continuó sus propias investigaciones. En 1911 recibió un segundo Nobel, un hecho sin precedentes. En esta ocasión fue el de Química, por sus investigaciones sobre el radio y sus compuestos. Fue nombrada directora del Instituto de Radio de París en 1914 y se fundó el Instituto Curie. Marie Curie sufrió una anemia perniciosa causada por las largas exposiciones a la radiación. Murió el 4 de julio de 1934 en la Alta Saboya.
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La Radiactividad


El descubrimiento de la radiactividad en 1986 por Henry Becquerel, y el posterior estudio emprendido por él mismo y por el matrimonio Curie, puso de manifiesto que los elementos de mayor masa emiten continuamente un tipo de radiación. El estudio de los componentes de esta radiación, de las leyes de la desintegración, de la constitución del núcleo atómico y de las reacciones nucleares, constituyen el cuerpo de conocimientos de la Física Nuclear.
La radiactividad o radioactividad es un fenómeno físico por el cual algunos cuerpos o elementos químicos, llamados radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a la luz ordinaria, entre otros. Las radiaciones emitidas pueden ser electromagnéticas, en forma de rayos X o rayos gamma, o bien corpusculares, como pueden ser núcleos de helio, electrones o positrones, protones u otras. En resumen, es un fenómeno que ocurre en los núcleos de ciertos elementos, inestables, que son capaces de transformarse, o decaer, espontáneamente, en núcleos atómicos de otros elementos más estables.

La radiactividad es una propiedad de los isótopos que son "inestables", es decir, que se mantienen en un estado excitado en sus capas electrónicas o nucleares, con lo que, para alcanzar su estado fundamental, deben perder energía. Lo hacen en emisiones electromagnéticas o en emisiones de partículas con una determinada energía cinética. Esto se produce variando la energía de sus electrones (emitiendo rayos X) o de sus nucleones (rayo gamma) o variando el isótopo (al emitir desde el núcleo electrones, positrones, neutrones, protones o partículas más pesadas), y en varios pasos sucesivos, con lo que un isótopo pesado puede terminar convirtiéndose en uno mucho más ligero, como el uranio que, con el transcurrir de los siglos, acaba convirtiéndose en plomo.
La radiactividad se aprovecha para la obtención de energía nuclear, se usa en medicina (radioterapia y radiodiagnóstico) y en aplicaciones industriales (medidas de espesores y densidades, entre otras).
La radiactividad puede ser:
  • Natural: manifestada por los isótopos que se encuentran en la naturaleza.
  • Artificial o inducida: manifestada por los radioisótopos producidos en transformaciones artificiales.

Rayos X
Los rayos X son una forma de radiación electromagnética, tal como la luz visible. En un escenario de cuidados médicos, una máquina envía partículas de rayos X individuales a través del cuerpo. Se utiliza una computadora o una película especial para registrar las imágenes que se crean.Las estructuras que son densas, como los huesos, bloquearán la mayoría de las partículas de rayos X y aparecerán de color blanco. El metal y los medios de contraste (tintes especiales utilizados para resaltar áreas del cuerpo) también aparecerán de color blanco. Las estructuras que contienen aire se verán negras y los músculos, la grasa y los líquidos aparecerán como sombras de color gris.

domingo, 4 de septiembre de 2011

*ENTRADA 3:"La mujer no nace, se hace"

Simone de Beauvoir
Novelista francesa existencialista y feminista. Hasta 1943 fue profesora de filosofía. Tras conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, en 1929, se unió estrechamente al filósofo y su círculo. En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt. Las tesis existencialistas, según las cuales cada uno es responsable de sí mismo, se introducen también en una serie de obras autobiográficas, entre las que destacan Memorias de una joven de buena familia (también conocida como Memorias de una joven formal) (1958) y Final de cuentas (1972). Sus obras ofrecen una visión sumamente reveladora de su vida y su tiempo. Entre sus ensayos escritos cabe destacarEl segundo sexo (1949), un profundo análisis sobre el papel de las mujeres en la sociedad; La vejez (1970), sobre el proceso de envejecimiento donde critica apasionadamente la actitud de la sociedad hacia los ancianos, y La ceremonia del adiós (1981), donde evoca la figura de su compañero y colega de tantos años, Jean Paul Sartre.
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“La mujer no es nada más que lo que el hombre decide que sea; así­ se le llama “el sexo” queriendo decir con ello que aparece esencialmente ante el hombre como un ser sexuado: para él, ella es sexo, y lo es de un modo absoluto. Se determina y se diferencia en relación al hombre y no en relación a lo que ella misma es; ella es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el sujeto, el absoluto: ella es “lo otro”.”
(Simone de Beauvoir, El segundo sexo)
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Actualidad de Simone de Beauvoir

Una no nace, sino que se convierte en mujer. Con esta idea Simone de Beauvoir inauguró la forma moderna de comprender la problemática femenina y se convirtió en la feminista más relevante del siglo XX. La empresa radical y ambiciosa de El segundo sexofue mostrar que las características humanas consideradas femeninas son adquiridas por las mujeres en vez de derivarse "naturalmente" de su biología.










De Beauvoir sostuvo que el significado cultural se monta sobre el dato biológico o sea, que lo determinante en la construcción de la feminidad es el conjunto de procesos culturales y psicológicos que marcan con determinadas atribuciones y prescripciones a las personas con sexo de mujer. Al tomarse a ella misma como referencia explicativa le dio a su argumento un etnocentrismo cuestionable desde una perspectiva antropológica, pero también le otorgó la inspiración que conmueve a sus lectoras. La fuerza de El segundo sexo radicó en su capacidad para responder a las inquietudes femeninas del momento y la consagró como la pionera de ese campo de investigación llamado estudios de género.
El segundo sexo se publicó por primera vez en 1949 y a principios de los setenta se convirtió en una pieza fundamental del nuevo pensamiento feminista. Las teóricas de distintas tendencias (Betty Friedan, Kate Millet, Shulamith Firestone, Juliet Mitchell, Germaine Greer y muchas más) le dedicaron sus trabajos, la visitaron en París, la entrevistaron. También en Francia las jóvenes feministas se le acercaron, pidiéndole apoyo para la causa. Simone de Beauvoir se comprometió en la lucha por la legalización del aborto, estableció una sección feminista en Les Temps Modernes y colaboró en la publicación de la revista Questions Feministes. Poco después, varias investigaciones biográficas exhibirían implacables las vulnerabilidades y mezquindades de esta celebridad e iniciarían la desmitificación de su figura. Así, detrás de su semblante impasible se vio a una mujer egoísta, débil y ambiciosa que se sometía a Sartre al mismo tiempo que seducía a varias de sus discípulas. ¡Ay los mitos y la condición humana! Pese a lo trágico de su impostura personal, quedan su obra y su compromiso político.
Hoy, a la distancia, parecería que las agresiones que recibió De Beauvoir por la publicación de El segundo sexo tenían más que ver con un gran resentimiento por el modelo atípico de mujer y de relación de pareja que ella ejemplificaba que con las reflexiones atrevidas que sostenía. Si bien ella había dicho que escribió esa obra para responderse qué le había significado ser mujer, su persona en sí representaba un inusitado ejercicio de liberación femenina que provocaba y hería.
Su vida y su obra continúan despertando debates apasionados pues ambas plantean cuestiones esenciales a la eterna interrogante sobre la condición femenina. Entrevistada por Margaret A. Simons en septiembre de 1985, De Beauvoir responde a una serie de preguntas sobre su vida, su feminismo y la opresión de las mujeres. Cuando Simons le dice: "¿Y la forma de eliminar la opresión es...?", ella responde tajante: "Ser independiente. Trabajar". Ella lo hace escribiendo.
Poco después Sartre indaga: "¿Cómo se siente en la vida una mujer de letras?" Ella exclama "¡Una mujer de letras es una expresión rara!", y más adelante dice: "No pienso que haya diferencia entre vivir la vida como escritor o como escritora. Pero se está lejos de admitir que una escritora es ante todo una mujer que ha consagrado su vida a la escritura y que no ha tenido lugar para otras ocupaciones llamadas femeninas. Por ejemplo, se me ha reprochado mucho el no haber tenido hijos, mientras que nadie se lo ha reprochado a usted, aunque sea tan normal para un hombre como para una mujer tener hijos y se los pueda querer tanto siendo padre como madre. Pero el reproche ha caído sobre mí porque se piensa que una escritora es, ante todo, una mujer que se distrae escribiendo, lo que no es cierto, porque es el conjunto de una vida que está estructurada por y sobre la escritura y, por tanto, aquello implica montones de renuncias, montones de elecciones también, y éste ha sido mi caso. He vivido verdaderamente en la medida en que quería escribir".
Tal vez lo verdaderamente impresionante de Simone de Beauvoir es que se trata de una mujer que tempranamente tomó conciencia de su deseo, y aunque éste iba en contra de las tradiciones y de la lógica cultural de la sociedad que le tocó vivir, tuvo la voluntad y la fuerza para convertirlo en realidad. Por eso su importancia no sólo radica en lo que escribió, lectura obligada para quienes desean pensar sobre las mujeres, sino también en su vida, pues, con todo y sus contradicciones, ésta es el testimonio de una mujer que se rebeló contra el status quo planteando su realización personal a través del trabajo. A cien años del nacimiento de Simone de Beauvoir, todavía muchas mujeres estamos librando esa batalla.
Marta Lamas
TERMINOS DE IMPORTANCIA (Sinónimos):

Existencialismo: Movimiento filosófico que trata de fundar el conocimiento de toda realidad sobre la experiencia inmediata de la existencia propia. (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=existencialismo)