“La Historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido”.

Sonsoles Cabo Mesoneros y Laura Maldonado Román.

domingo, 25 de septiembre de 2011

*Entrada 6: “Chanel hay una sola”

“Chanel hay una sola”

"Marcó una época y las mujeres la siguieron porque les dio lo que ansiaban, libertad de movimiento." 

Como toda gran leyenda su historia está marcada por la pobreza, el abandono, el amor, la genialidad y la fama.
Hija natural de un vendedor ambulante y de una dueña de casa de escasos recursos, Gabrielle Chanel nació en un hospicio de Saumur, el 19 de agosto de 1883. En permanente situación de escasez sobrellevó a duras penas sus primeros años de infancia junto a sus cuatro hermanos.
A los seis, su madre murió víctima de tuberculosis y el padre se desentendió de ellos, enviándolos al condado de Auvergene, al cuidado de dos tías. Por eso, su partida de nacimiento está registrada ahí con fecha de 1893.
Con ellas aprendió a coser y manejar el hilo y la aguja con especial habilidad, lo que hizo que, a los 17 años, las monjas del orfanato de Aubazine le consiguieran un empleo como costurera.
De una gran personalidad, nada la detuvo cuando en 1905 resolvió convertirse en cantante de un cabaret, oficio que desplegó por tres años y que la introdujo en el mundo de divertimento y las relaciones amorosas pasajeras.
Su sobrenombre de “Coco”, diminutivo de mascota, se lo debe precisamente a esas tías que la cuidaron, pero otros aseguran que surgió como una suerte de nombre artístico, a partir de las melodías que entonaba.
De la mano de uno de sus primeros adinerados amantes partió a París, y así en 1909 se instaló en un pequeño departamento en el Boulevard de Malesherbes donde rápidamente abrió su primera tienda de sombreros, Modas Chanel.
Siempre apoyada económicamente por sus compañeros de cama, unos años más tarde se instaló en las localidades que frecuentaban los ricos de Deauville, Normandía, (1913) y Biarritz (1916). Recién, en 1920, trasladó a París, en la Rue Cambon, su primera Casa Chanel.
Observadora innata, la estricta moda aplicada sobre las mujeres -que usaban grandes sombreros cargados de animales y flores, corsé y recargados diseños- la hizo desplegar toda su imaginería hasta convertirse en una de las grandes diseñadoras del S XX, tan trascendental como Christian Dior y otros grandes que la siguieron.

Guiada por su espíritu libertario no tuvo complicaciones para vincularse con adinerados hombres de la sociedad europea ni con estrellas del cine

Coco Chanel fue una visionaria. Logró interpretar a tiempo la opresión que sentían las mujeres y estuvo ahí cuando estallaron los locos años ´20.
Cansadas de corsés y bustos entallados, de sombreros con plumas, pájaros y tules, las mujeres gritaban al mundo la necesidad de un cambio que les permitiera “libertad de movimiento” y Coco era la indicada.
De una vida personal nada de conservadora ni reservada, creía firmemente que la mujer podía mostrase elegante sin tener que cargar con todo el peso de una moda que las retenía en la casa.
Es así como los primeros pasos de esa liberación femenina la dio en el campo de los sombreros, quitándoles todos los adornos inútiles, disminuyendo su tamaño e incluso avanzando así una estilizada pero –horror- masculina gorra o boina.
No faltaron quienes la acusaron de profanadora y libertina, pero Chanel no dio paso atrás e impuso sus diseños sencillos de línea recta, pero que nunca impedían el movimiento natural de las mujeres.
Ella fue la primera modelo de pasarela de sus diseños. Su estilo lo tomó de la ropa de sus amantes que acostumbraba vestir y, por eso, causó gran sensación cuando se apareció -por primera vez en público- en un hipódromo, vestida con un elegante traje sastre y un discreto sombrero.
Su clásico Chanel, esa chaqueta y falda de corte sencillo, en “tweed” fue la respuesta que le dio a las mujeres que reclamaban más libertad. Al tiempo sumó las blusas blancas, los corbatines y los diseños con corte militar y también naviero que patentó luego de sus paseos en yate con el Duque de Westminster.
También dejó su sello en esas cadenas que utilizaba en el dobladillo de las chaquetas o los chalecos adaptados y que la llevaron al traje de tres piezas para damas; en los pullover de cuello tortuga y en los zapatos de punta negra que diseñó para estilizar aún más las figuras delgadas.
No sólo transformó el tweed, tela destinada a los trajes de varones, en una pieza de vestir femenina, si no que el “jersey”, esa lanilla que se usaba para la ropa interior de los hombres, se convirtió en su mejor aliada. Su furró negro o “littel black dress”, que estrenó en 1926, era un dos piezas de corte recto, sin cintura, que no impedía la movilidad debido a la elasticidad de su material.
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Una de las más resaltantes épocas que constituyó un cambio radical en la sociedad, no sólo porque influyó directamente en la manera de pensar y actuar de las mujeres, sino también en la forma de sentir; fue de los años 20, con la aparición de Coco chanel, ya que originó una toma de consciencia, en una época en donde la opresión reinaba.
Las mujeres ya estaban cansadas de los corsés y bustos entallados, de sombreros con plumas y tules, ellas gritaban al mundo la necesidad de un cambio que les permitiera “libertad de movimiento” y Coco Chanel era la indicada.
Coco Chanel se había convertido en la principal impulsadora de la liberalización de la mujer, pues creía firmemente que la mujer podía mostrarse elegante sin tener que cargar con el peso de una moda que las retenía en la casa.
Los primeros cambios se dio en el campo de los sombreros, quitándoles los adornos inútiles, disminuyendo su tamaño e incluso avanzando así una estilizada pero masculina gorra o boina.
No faltaron quienes se opusieron rotundamente a este cambio, pero Chanel no dio paso atrás e impuso diseños sencillos que permitían el movimiento natural, permitiendo así que la mujer tenga un espacio más importante en la sociedad, y sea vista como una persona capaz de autorrealizarse.

Escrita por Gressika Moreno Z.
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LA INFLUENCIA DE LA MODA EN EL 
CAMBIO SOCIAL DE LOS VALORES 
ESTÉTICOS Y CORPORALES 

Existen una gran diversidad de términos,  en torno al concepto de la moda, que
podemos considerar, de forma general, que este termino se encuentra sujeto a
variaciones cíclicas de los fenómenos externos del comportamiento privado en público: la
vestimenta, la presencia física, los hábitos sociales, las reglas de protocolo, el diseño de
útiles cotidianos, el estilo estético e intelectual, etc., con fenómenos complementarios que
dejan huella, por lo que, muchas formas, impersonalmente estructuradas: el arte, la
ciencia, el pensamiento o la arquitectura, resultan igualmente sometidas, a la tarea de la
manifestación de una determinada moda.
 La definición que utiliza el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
en su vigésima primera edición, para definir la moda, es  la siguiente: "Uso, modo o
costumbre que está en boga durante algún  tiempo, o en un determinado país, con
especialidad en los trajes, telas y adornos...".

 Según otro Diccionario, concretamente el de Sociología de Larrouse, el término
moda se aplica en el lenguaje corriente: "al favor concreto y momentáneo del que disfruta
una cosa, a los cambios que afectan a la vestimenta o, incluso a la propia ropa". 3
 2.1. Antecedentes sociológicos.
 En sociología, la moda se concibe como el proceso de transformación que no cesa
y de tendencia gradual de las preferencias de los miembros de una sociedad determinada
en todo tipo de ámbitos. La noción no se limita a las modas del vestir, ni a las pasiones
desmesuradas, por objetos o comportamientos superficiales, es decir, a los caprichos de
cualquier tipo. No obstante, hace algunos años, se reducía a las preferencias que no se
pueden restringir a una función de utilidad; razonamiento por el que se suele atribuir un
carácter irracional o arbitrario a las manifestaciones de la moda.
 En los comienzos de la sociología,  la moda era una referencia obligada que
permitía manifestar la parte social que tienen los comportamientos privados. Como forma
de regulación social, como mecanismo o expresión del cambio y estratificación, y sus
relaciones con los problemas vitales de la disciplina, que parecían evidentes.
 En general, resulta sorprendente el contraste entre el  inmenso número de
reflexiones sobre la moda, considerada como: el fenómeno social por excelencia; y la
escasez de estudios empíricos, referentes a este tema. Esto se debe a la fuerte
identificación que hay entre moda y moda del  vestir y que ésta constituye un ejemplo
impuro del propio fenómeno. La  elección de la ropa está determinada, en parte, por su
disponibilidad y su coste económico. Además, en este caso, cada persona sabe lo que se
ajusta a la tendencia colectiva de cada momento. Pero lo que resulta fascinante del
fenómeno de las modas es que es el ejemplo más inmediato del eterno problema de la
sociología es el de las relaciones entre  lo individual y lo colectivo, lo privado y lo público.
La suma de nuestras opciones individuales constituye el "gusto colectivo" del momento;
sin embargo, todo sucede como si los gustos individuales se adaptasen a ese gusto
colectivo. La conformidad de las selecciones individuales con las elecciones colectivas no
sólo no puede ignorarse si no que incluso debe tenerse en cuenta. (Besnard, P (1995):
Diccionario de sociología. Referencias  Larousse Humanidades. Barcelona: LaroussePlaneta (pp.: 146-147)).
2.2. Representaciones y cambio social.
 El investigador J.L. Piñuel de la UCM en su artículo de la Reis nº 57/92 sobre "La
moda, o el aprendizaje de la  integración por el cambio", argumenta que: "Las modas 4
promueven la incesante aceptación de innovaciones y la vigencia permanente de las
relaciones de integración social. La no aceptación de innovaciones se considera una señal
de marginación -que se castiga con determinados rituales para el aislamiento de las
personas- mientras que, la participación en las innovaciones se premia con el éxito social.
Las modas se presentan en todos y cada uno de los grupos sociales de una manera, más
o menos, estable o dinámica".
 Continua argumentando Piñuel que: "La distinción social y el control de recursos,
como signos de poder, constituyen el desencadenante esencial, y motor de arrastre para
la génesis y desarrollo de las modas. El éxito de las modas hay que vincularlo siempre a
estamentos de poder real, sean de clase social cultural o económica, con capacidad para
controlar los sistemas y las estrategias comunicacionales. El deseo de imitar las formas de
vida, de los estamentos de poder, se convierte en la garantía de la eficacia para la
implantación o seguimiento de cualquier moda, salvo cuando choca con intereses con un
estamento que posee el poder  suficiente para mermar dicha eficacia".
 Piñuel considera que: "las posibilidades de manipulación y de control que otorgan
estos instrumentos son estudiados por los/as científicos/as sociales, en los últimos años.
Fruto de estos estudios son: el descubrimiento de la alienación cultural, y la explotación
económica, instrumentadas y mediatizadas por los mass media, particularmente el medio
audiovisual, puesto que, en su actividad propagandística-publicitaria, es preocupante
desde hace tiempo, sobre todo, por el lenguaje subliminal que comporta".
 Una figura profesionalizada en el siglo XX  es la del estilista, experto/a en estilo, en
el "look", que controla el acabado del producto que se va a ofrecer en el mercado. Vela
para que no falte un detalle en la presentación de la colección de modelos (de looks, de
estilo). Elige el maniquí, repasa los accesorios, armoniza el colorido, contextualiza el
conjunto, ya sea para un desfile, para un "casting", una foto, un spot, un escaparate, una
campaña publicitaria, una fiesta, una película. Trata, en suma, que el producto explicite su
mensaje para que el público lo capte.
 El estilista es un grado específico del experto en imagen que lleva a cabo un control
de calidad de la seducción, responsable de que todo salga como estaba ideado, o de
aprovechar las nuevas circunstancias que surjan, y reconvertirlas en favor del producto. 5
 En la gramática de la moda, el estilista es, por lo general, quien selecciona a los/as
modelos o maniquíes, que ser en el soporte de la oferta. Todo el mundo sabe que una
modelo (el modelo) es el vehículo mismo de la seducción: el médium para que el look, la
identidad en oferta, funcione  y ponga en marcha el deseo (de imitación, de compra). El
modelo es la quinta esencia de la fascinación. La belleza, el estilo, la fama, y la
popularidad, son también elementos imprescindibles ya del modelo. El mercado de la
moda no cuenta sólo con chicas guapas u hombres más o menos atractivos: todos los
famosos son ya modelos, porque han demostrado su Éxito en la fascinación de las gentes
(Riviere, 1977).


M. Carmen Bañuelos Madera
Profesora Asociada
   Departamento de Ciencia Política y Sociología
Universidad Carlos III de Madrid

http://public.centrodeestudiosandaluces.es/pdfs/cult_2.pdf

http://scholar.google.com.co







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